Nuevas aplicaciones de autoclaves aumentan los estándares de conservas para alimentos
¿De qué se tratan los autoclaves?
Básicamente los autoclaves son recipientes metálicos con cierre hermético que permiten trabajar con vapor de agua a alta presión y temperatura para esterilizar en este caso, alimentos (platos preparados). Muchos de ellos producen su propio vapor mientras que otros utilizan vapor generado por calderas, los que pueden llegar hasta los 120°C eliminando así los microorganismos presentes en los alimentos o platos procesados que pudieran afectar su composición. Luego de este proceso, se genera lo que todos conocemos como conservas.
John Jara, jefe de Planta Piloto del Centro Regional de Estudios en alimentos saludables, CREAS, explica que ellos poseen un autoclave que no sólo genera vapor sino también aire comprimido lo que es altamente positivo para aquellos envases que son flexibles o semi rígidos, principalmente bandejas contenedoras que tienen una lámina flexible arriba. Este autoclave que cuenta con contrapresión o presión compensada permite que el envase no se deforme, ni reviente manteniendo la calidad de los alimentos, cualidad que no está presente en aquellos que sólo se manejan con vapor, haciendo que sólo puedan utilizar envases rígidos como hojalata y vidrio.
Desde Co-Inventa, la alianza con CREAS permitió que el servicio estuviera disponible para la industria y así masificar su uso. Según nos cuenta Carla Ballesteros, gestor tecnológico de la plataforma, el servicio "puso a disposición de múltiples emprendedores y empresas esta tecnología de vanguardia que les permitió desarrollar nuevos productos, nuevas aplicaciones en materia de envases, lo que sin duda fue un plus para ellos y sus consumidores".
Este equipo en particular está enfocado principalmente a la gran industria, para realizar pruebas de estandarización y evaluar si funciona o no la elaboración del producto, como por ejemplo platos preparados, acompañamientos, barras de proteínas entre otros, ya que el proceso no afecta la composición, en forma y naturaleza de los productos, entonces se realizan las pruebas necesarias para determinar si el plato o conserva que se desea elaborar cumplirá con los estándares necesarios que busca el cliente.
Un plato preparado que ha pasado por el proceso de autoclave puede tener una vida útil de seis meses, aproximadamente, sin ser refrigerado y estando en las góndolas de productos en conserva de los supermercados. Al ser consumido, sus propiedades de sabor y textura serán, según relata Jara las mismas que un plato recién preparado.
Entonces la masificación de esta maquinaria ha permitido que la industria de alimentos avance en diversificación y calidad, posicionándose en la economía mundial como una de las más prósperas, pues según un informe del Banco Central, el valor de las exportaciones alcanzó a US$ 19.447 millones en 2021, con una expansión anual de 9% en tanto que la clasificadora de riesgo FellerRate indicó que esta industria fue la que mantuvo su demanda más estable durante el período de pandemia, pese a que enfrentó duros momentos por la baja en los productos agrícolas y problemas en la mano de obra producto de las restricciones de movilidad.
Sabemos que la alimentación es un proceso que conlleva un sinfín de actores involucrados y tiempo. Son variados los factores que determinan que carnes, frutas, verduras y legumbres, terminen siendo los ingredientes ideales en un plato. En este escenario la conservación de ellos como producto final es un ítem relevante por diferentes razones, entre ellas los medioambientales, tiempo, distancias físicas, etc. Los autoclaves en este ámbito, son determinantes en el éxito de conservación.